Tiempos de solidaridad

“La amistad se manifiesta entre ellos en caso de guerra o enfermedad, en el aprendizaje de las ciencias, ayudándose con enseñanzas recíprocas o auxilios mutuos y a veces también con alabanzas, palabras, servicios y lo necesario a cada cual. Todos los coetáneos se llaman hermanos unos a otros”.
Tommaso Campanella, La Ciudad del Sol

La cultura de los derechos humanos, la democracia y el Estado de derecho como la mejor conquista ética, política y jurídica de la humanidad se fundamenta en tres grandes valores, bandera de la civilización desde 1789: libertad, igualdad y fraternidad (o solidaridad). Los tres valores se necesitan para desplegar plenamente sus mejores efectos, pero los tres tienen un espacio propio vinculado al reconocimiento de derechos y deberes específicos, también según la coyuntura y el momento histórico.

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Pronto van a transcurrir dos semanas desde que declaramos en España el estado de alarma que supone en síntesis limitar nuestra libertad, en concreto de movimientos (no la privacidad o la autonomía moral). Lo hacemos con carácter general (igualdad) salvo justificadas excepciones. Y lo hacemos para proteger otros derechos, a la salud y a la vida, que en estos momentos de pandemia exigen ser priorizados. Tenemos la norma (el decreto de alarma), tenemos la justificación (la salud y la vida de todos, sobre todo de los más vulnerables, mayores y enfermos) y tenemos, debemos tener, la única actitud personal y colectiva que los puede hacer efectivos: la solidaridad, la fraternidad. El decreto de ayudas urgentes y extraordinarias del pasado 18 de marzo, de carácter universal y transversal, debe leerse en esta clave. Vivimos tiempos de solidaridad.

La solidaridad es un valor que exige sacrificios, compromiso, deberes, poner por encima del interés propio el interés general y el bien común. Mirar alto y mirar lejos. Por eso quiero agradecer a todos los españoles y muy especialmente a los profesionales sanitarios, a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, a la UME y a tantos trabajadores de servicios esenciales, su esfuerzo y entrega. También al mundo de la cultura y del deporte. Gracias por alimentar nuestro espíritu a través de las redes sociales (#LaCulturaEnCasa) y la televisión. Gracias por no salir a la calle, deportistas muchos de élite, para protegeros, protegernos y dar ejemplo. Ahora toca superar la crisis sanitaria, lo antes posible, juntos, tal y como recuerda cada día el presidente del Gobierno, y sin dejar a nadie atrás. Llegará el día después, más pronto que tarde si ahora somos responsables y solidarios, y este país apoyará a la cultura y al deporte con fuerza, como se merecen una y otro, marca fundamental de España, industria y valores, modelo de vida y orgullo nacional en su riqueza y diversidad. Todos estaremos deseando ir al cine, al teatro, a los conciertos, a las librerías, a los estadios…, dando satisfacción a ese apetitus socialis del que habló Hugo Grocio y que ahora vemos cercenado para salvarnos de una crisis sanitaria sin precedentes recientes.

En su maravillosa novela, Salvar el fuego, Guillermo Arriaga recoge una cita de Orson Welles: “La vida es más importante que el cine”. Y es verdad. Salvemos ahora vidas (primero el bibliotecario que las obras de Shakespeare) pero no olvidemos que la vida sin el cine (sin la cultura) tiene muy poco sentido, es muy poco humana. La cultura y el deporte son bienes de primera necesidad en las sociedades formadas, abiertas y avanzadas, derechos fundamentales que deberemos satisfacer de nuevo en cuanto sea posible apoyando con determinación a los dos sectores. Estamos con vosotros, y juntos saldremos reforzados de esta. Gracias, sentidas y sinceras. ¡Gracias, de nuevo!

José Manuel Rodríguez Uribes es ministro de Cultura y Deporte del Gobierno de España

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