Los pequeños productores en tiempos del coronavirus

En el transcurso de las dos primeras semanas de crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus se han producido cambios rápidos en las condiciones de vida y de trabajo de muchas personas, y de modo muy particular, en la venta y consumo de alimentos. Hay cambios en la accesibilidad, y en la sensación de necesidad y de seguridad respecto a los alimentos.

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El estado de alerta considera como servicios esenciales todos los productores agroalimentarios, de distribución y suministradores. Pero el juego es desigual según el tamaño, y el panorama del suministro alimentario está sufriendo un seísmo de fondo que seguramente tendrá un largo recorrido para su asentamiento. En estas semanas han crecido en más de un 50% las ventas en la gran distribución y supermercados; y han decrecido en similar medida las ventas en canales tradicionales por el cierre de mercados y mercadillos.

Pero en esta última semana están siendo muchas las pequeñas iniciativas agroecológicas de proximidad, especialmente las que ofrecen servicio a domicilio, que han crecido también en un 50%: “Estamos doblando cada semana los pedidos”. Miles de personas aprovechan para buscar otros suministros, o aprovechan para cambiar de alimentación, o para aumentar un poco el consumo de hortalizas y frutas de temporada. Muchas personas conscientes de que la globalizacion y el deterioro de la naturaleza están en el origen de la pandemia. Algunas personas recordamos la importancia de los suelos orgánicos y vivos para la salud de los ecosistemas, del planeta y de nuestros comensales. La alta biodiversidad microbiana en los suelos que nos alimentan correlaciona con una mayor diversidad microbiana en el intestino grueso de quien ingiere alimentos orgánicos, los cuales contribuyen a fortalecer el sistema inmunitario.

Efectivamente todo esto va de lo micro: de microbiología y de microeconomía; y ambas cosas confluyen en la agroecología. Siguiendo con la metáfora micro la agroecología es una forma de polimerización de las personas atomizadas que integramos una sociedad de masas, para personalizar nuestros enlaces. Enlaces entre personas, productoras y consumidoras, que se tejen en grupos, que integran redes muy interconectadas con sus suelos y sus obradores. Sistemas muy silenciosos en los términos de las estadísticas oficiales y en la grandilocuencia de la PAC.

Esta situación tiene su epicentro en una epidemia sanitaria, pero su hipocentro en una sindemia global: muchas crisis agolpándose

En los procesos agroecológicos se enlazan de modo covalente, doble enlace, pequeños productores de proximidad con consumidores, a través de sistemas de venta directa, o mediante formas intermedias que agrupan productores, o consumidores, o ambos, en estructuras de prosumo. Nueva química social. Estas estructuras estables de suministro y consumo, de alta confianza, se extienden de modo extenso sobre su territorio de proximidad. Se integran, como lo hacen en nuestro metabolismo las proteínas, sumando átomos (personas), en moléculas sencillas (hogares), sumando aminoácidos (grupúsculos de consumo), o como se construyen las huminas en los suelos, integrando en grandes redes de anillos de cientos de miles de moléculas. Esta es la metáfora de sentido: seguir tejiendo redes sobre el suelo bien nutrido.

Las llamadas genéricamente redes agroecológicas, provinciales o regionales, se conforman sumando y entrelazando iniciativas, a partir más o menos de 1.000 atomos-consumidores y alcanzando en algunos territorios magnitudes de más de 10.000 mil consumidores polimerizados. En lo relativo al otro perfil de átomos, las productoras, nos encontramos con magnitudes de productores (hortalizas, lácteos, pan, pasta, frutas, etc,) de entre 10 pequeñas de diferentes alimentos en los casos más incipientes y locales, hasta cerca de 200 en ámbitos como la Comunidad de Madrid o la provincia Granada, y hasta las más de 500 pequeñas productoras en las redes más extensas de Cataluña, en Euskadi y Navarra.

Las redes agroecológicas están abocadas a crecer, y a tener, en unos años, magnitudes de centenares de milesLas redes agroecológicas están abocadas a crecer, y a tener, en unos años, magnitudes de centenares de miles (c) Franco Llobera

Frente a estos entramados de lo micro, es importante el contraste con el otro modelo, el de las escalas grandes de producción y los canales, especialmente enmarcados en los cluster alimentarios. Son territorios de producción especializados, convencionales; exportadores, eficazmente interconectados proveyendo a los grandes canales de la distribución; ecológica y energéticamente menos eficientes, pero que sin embargo cuentan con todo el apoyo del sistema financiero y de las ayudas institucionales de la PAC o de FEDER. La mayoría de los alimentos provienen actualmente de estos procesos de especialización industrial de grandes y medianas empresas. Son ellas las que convierten a Castilla León en un gran productor y suministrador de harinas, pastas o lácteos y vinos; a Cataluña, en despensa de productos del porcino o del vino; y a Andalucía, en la horticultura intensiva y oleicultura, entre otras especializaciones agroalimentarias, que llegan, cada vez más a las grandes superficies para alimentar a las nubes de consumidores volátiles, porque aquí no podemos hablar de redes. La resiliencia de uno y de otro modelo tiene cualidades diferentes: uno garantiza por el momento los grandes suministros, el otro, el de las redes, garantiza mejor.

Pero en estos años su lucha ha sido muy desigual. La mayoría de los recursos de I+D+i, públicos y privados, se han dirigido a esas grandes cadenas de producción y consumo, y a enfoques intensivos biotecnológica y financieramente. Este otro enfoque, agroecológico, silencioso, infinitesimal, tiende a tejerse con menos inversiones de capital, y con mayor calor humano que financiero. En muchos casos las iniciativas son autoempleos muy frágiles; pero casi nadie se entera de sus penurias o de sus quiebras, mientras a los grandes se les conceden ERTES en apenas unas horas. Los sistemas alimentarios de base social y territorial solo se tienen entre ellos, desde la insignificancia, potente y creciente, de su química de enlaces covalentes y de la microbiología productor-consumidor.

Ambos modelos están luchando estos días para consolidar y aumentar su capacidad, con muchas dificultades de suministro y llevándonos al borde del desabastecimiento. Pero tienen motores de consumo muy diferentes, unas crecen porque hay compras de miedo ante ese desabastecimiento; las otras, las agroecológicas porque cada dia hay más personas dando un salto para tejer soberanía alimentaria de mayor proximidad. Este susto de la globalización nos está haciendo mirar a la belleza de la relocalización. Las redes agroecológicas parecen abocadas a crecer, y a tener, en unos años, magnitudes de centenares de miles, dejando su actual marginalidad estadística, mirando a la cara a los modos y canales modernos.

Esta situación de alerta tiene su epicentro en una epidemia sanitaria, pero tiene su hipocentro (profundo) en una sindemia global: muchas crisis agolpándose, detrás del liderazgo del escaparate de este virus con corona.

En astrobiología se habla de terra-formación como la fase en la que la ciencia sea capaz de asentar colonias humanas en otro planeta, produciendo alimentos y reciclando todos los recursos. La prioridad ahora es la terra-regeneración, la capacidad de la humanidad de reasentar comunidades regenerativas en este planeta en alerta sindémica. La agricultura y la alimentación no son un servicio básico del sistema de vida moderno, como los declama el momento de alerta; sino que son la base de los cambios del sistema de vida, para que deje de ser meramente moderna, y avancemos por esta angostura evolutiva hacia nuevos escenarios. Esto no hay quien lo pare. ¿Le damos otra vuelta de giro al enlace?

Franco Llobera es consultor y profesor de desarrollo Rural y Agroalimentario y miembro de SEAE-Sociedad Española de Agroecología.

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