Harry Potter, el ‘souvenir’ fetiche de Juan Gómez-Jurado
Cuando el escritor Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) conoció a su mujer, le regaló una réplica del giratiempo, un reloj de arena con el que Harry Potter retrocede al pasado en un momento clave de la trama novelada por J. K. Rowling. Fue el detonante de un arrebato coleccionista que le ha llevado a recorrer medio mundo en busca de figuras y objetos, “cuanto más raros mejor”, de los libros y películas del aprendiz de mago. “Me gustan las cosas frikis”, admite este auténtico potterhead, término inglés para identificar al fan incondicional de la saga. Nada más aterrizar en un destino, visita jugueterías y tiendas dedicadas a la fantasía y la ciencia-ficción, incursiones que comparte con sus seguidores en Twitter e Instagram.

En Nueva York siempre acude a Midtown Comics. Allí compró una de las estrellas de su colección: el diario de Tom Riddle, el temible Lord Voldemort, archienemigo de Harry Potter. Y en un mercado de pulgas de Manhattan se encaprichó de una escultura metálica de Dobby, el elfo que sacrifica su vida por Potter, pero, ante la imposibilidad de llevársela a Madrid por su tamaño, tuvo que conformarse con un Yoda de Star Wars, su otra gran obsesión.
En Hamleys, la juguetería londinense de siete plantas, adquirió la poción multijugos, brebaje que permite a los magos de Hogwarts adoptar la forma de otra persona. Y en el parque temático dedicado al héroe infantil en Orlando (Estados Unidos) encontró la varita con la que Voldemort fulminaba a sus enemigos. De Tallin (Estonia) se trajo la pareja de funkos (muñecos cabezones) de Harry y Hermione, cotizada entre coleccionistas. Y nunca faltan en su maleta de regreso construcciones de Lego dedicadas a este mágico universo: “Tengo todas las que se han comercializado, aunque muchas acaban en el trastero por falta de espacio”.
Pero si hay una experiencia que cambió su relación con el mago fue su viaje a Edimburgo, ciudad que inspiró a J. K. Rowling la primera novela de la serie: Harry Potter y la piedra filosofal (1997). “Al no dar con ninguna figura, me hice con una taza conmemorativa en The Elephant House”, la cafetería donde la autora pasaba las tardes escribiendo. Al salir del local, se topó con ella en un semáforo. “Caí embrujado”.
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