El imposible confinamiento en los barrios de chabolas

Mujeres y niños en el suelo, ensangrentados y pisoteados durante un reparto de comida en una barriada pobre de Nairobi, mientras la policía dispara gases lacrimógenos contra la multitud e intenta dispersarlos a golpes. Esta escena tuvo lugar el viernes pasado en la inmensa barriada de Kibera, en pleno centro de la capital de Kenia. Y podría ser solo una advertencia de lo que puede venir si África no logra combinar la lucha contra el nuevo coronavirus y la ayuda a millones de ciudadanos en situación de pobreza.
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“Le doy [al Gobierno] una o dos semanas antes de que la situación empeore. No en términos de enfermos de coronavirus, sino de hambre”, comenta a la agencia AFP Kennedy Odede, director de Shining Hope For Communities (SHOFCO), una organización local que trabaja en Kibera, “Si esto sigue así, podríamos jugar con fuego”, previene.
En Kenia el nuevo coronavirus ya ha contagiado a más de 200 personas y matado al menos a 11. Para contener la propagación del virus, el Gobierno aisló la capital, Nairobi, y algunas zonas costeras, e impuso un toque de queda nocturno. Estas decisiones han costado el empleo a mucha gente, subraya Odede. El presidente, Uhuru Kenyatta, amenazó con un confinamiento total para obligar a sus conciudadanos a respetar las reglas. Pero los funcionarios reconocen que sería una elección dolorosa, pues un 60% de los habitantes de la ciudad vive en barrios pobres en condiciones en las que la distancia social y la prohibición de moverse son prácticamente imposibles, pues la mayoría vive en infra-viviendas y depende de la economía informal.
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