Derecho a saber

El martes, mi prima de 21 años se empezó a encontrar mal, tuvo un fallo multiorgánico y nos dejó. Sin más explicaciones. No han permitido que se le haga una autopsia: esa misma tarde la han incinerado. Sabemos que estamos en circunstancias excepcionales, y hemos dado al Gobierno poderes excepcionales para limitar nuestras libertades. Pero estas facultades se circunscriben a lo estrictamente necesario para contener la epidemia y tienen un límite muy claro en el derecho a saber. Saber por qué muere una niña sana es un derecho humano.
Carmen Bullon Caro. A Coruña
Puedes seguir EL PAÍS Opinión en Facebook, Twitter o suscribirte aquí a la Newsletter.