‘Start-ups’ españolas con el agua al cuello

Aspecto de la última edición del Sout Summit.Aspecto de la última edición del Sout Summit.Santi Burgos

El ecosistema emprendedor español está en ascuas. Después de años de crecimientos continuos en la entrada de inversiones (principalmente internacionales), un aumento constante en el número de empresas (que ya suman más de 4.000) y con un puñado de compañías en la cima del estrellato (Cabify y Glovo), el sector empieza a cojear ante la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. A la falta de liquidez que se vislumbra se adhiere la cancelación de proyectos, que derivará en recortes de personal y gastos. Una verdadera tormenta es lo que auguran los integrantes de la industria, que para capearla reclaman ayudas gubernamentales a medida. “El riesgo es perder lo que hemos conseguido”, asegura Carlos Mateo, presidente de la Asociación Española de Startups.

“Sobrevivirán solo las más fuertes…, habrá una criba”, comenta Cristian de Santos, fundador de Saalg Geomechanics, una firma de ingeniería que ha desarrollado un software que analiza en tiempo real el comportamiento del terreno en las obras civiles. La start-up, nacida en 2016, ha sentido el impacto de la parálisis económica desde el primer momento. “Las empresas de la construcción se han detenido y no estamos recibiendo la confirmación de nuevos proyectos”, explica. El frenazo ha sentado mal en el ecosistema innovador español, que ha alcanzado un punto de maduración durante el último lustro, aunque aún está lejos del de países vecinos en cuanto a la captación de recursos, comenta Javier Megias, director de start-ups en la Fundación Bankinter.

El talento local empezó a apreciarse con iniciativas como eDreams o más recientemente Wallapop, explica Miguel Vicente, presidente de Barcelona Tech City, una asociación que agrupa a más de 1.000 proyectos del ecosistema tecnológico. “Tuvimos una primera oleada que permitió crear una generación de emprendedores”, destaca. Aunado a ellos, el país ha destacado porque es el único en la zona con dos ciudades para el emprendimiento: Madrid y Barcelona, afirma Megias. Muestra de ese interés se entrevé en la oleada de recursos recibidos que se han multiplicado por dos desde 2015, hasta llegar a los 1.341 millones de dólares (1.235 millones de euros al tipo de cambio actual) obtenidos durante el año pasado, de acuerdo con los datos del fondo de inversión Atómico.

“El desarrollo de todo este sector no tiene vuelta atrás”, arguye María Benjumea, fundadora del South Summit-Spain Startup. “Pero esta crisis tendrá un impacto”, reconoce. “Van a caer empresas, no me cabe la menor duda”, agrega. El mazazo real es impredecible. Pero un análisis de Wayra, el hub de Telefónica, indica que la crisis de la covid-19 genera incertidumbre en la industria. El estudio —realizado entre 500 firmas ubicadas en nueve países— explica que entre las mayores preocupaciones están el descenso de la actividad comercial, la suspensión de pagos y la pérdida de clientes. “Los negocios que se enfrentan a un mayor riesgo son aquellos que están en búsqueda activa de inversión”, subraya Wayra.

“El impacto será en dos sentidos: en la actividad de las propias compañías y en las rondas de financiación, que se han aplazado o suspendido”, afirma Aquilino Peña, vicepresidente de la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (Ascri). El venture capital —parte fundamental de recursos en el nacimiento de una empresa y que en 2019 creció un 45,6%— es el que se contraerá con fuerza. En marzo ya se ha sentido el batacazo, pues tan solo se han invertido 10,7 millones de euros (el peor dato en los últimos cuatro años) en 18 operaciones públicas, todas ellas en fases iniciales e inferiores a 1,5 millones de euros cada una, de acuerdo con las cifras recopiladas por El Referente. “El sector iba por buen camino y este es un alto del que nos costará recuperarnos… Ahora hay que priorizar aquellos proyectos con buena rentabilidad”, afirma Eneko Knörr, fundador de AngelClub, un grupo de inversión.

Traje a medida

Muchas start-ups, a diferencia de un negocio tradicional, se financian de las inyecciones de capital y no a través de los bancos. Esta singularidad, dicen los expertos, se ha puesto en evidencia porque muchas de las ayudas lanzadas por el Gobierno no se aplican para los integrantes de la industria. “Sus modelos de negocio, sus métricas y la falta de garantías las hacen inelegibles para que una institución financiera les conceda un préstamo”, indica Mateo. Entre las reclamaciones que se hacen están el retraso en el pago de cotizaciones y medidas más ambiciosas en las moratorias fiscales, así como la bonificación de la cuota de autónomos societarios durante al menos tres meses o mientras se recobre cierta normalidad.

También solicitan que todos los préstamos, subvenciones, créditos y desgravaciones de las agencias públicas (Enisa, CDTI, ICO, entre otros) se flexibilicen aún más en su proceso de concesión. “Otra de las cosas que pedimos al Gobierno es que se modifique el decreto que prohíbe que inversores fuera de la UE participen por encima del 10% en el capital social de una compañía”, destaca Vicente. Dicha restricción, explican los analistas, frena la llegada de los fondos de capital de riesgo, principalmente estadounidenses. El grito de ayuda llega después de que Francia y Alemania lanzaran planes hechos a medida para sus respectivas industrias por un valor en conjunto de 6.500 millones de euros. “A corto plazo, el sector español sufrirá, principalmente las pequeñas start-ups que están en consolidación”, comenta Óscar Sala, director The Collider. Por otra parte, indica Sala, es una buena oportunidad para que estas firmas replanteen sus estrategias.

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