Raúl de Tomás marca el gol del año
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De
Tomás
festeja
un
tanto
en
la
temporada
anterior.
Desde
la
defensa
del
Espanyol,
casi
desde
la
línea
de
fondo,
llegó
un
zapatazo
que
caía
con
nieve.
Raúl
de
Tomás
lo
esperó,
lo
durmió
con
su
bota
derecha
y
a
la
que
le
entró
Maras,
le
lanzó
un
sombrero
para
perfilarse
hacia
la
portería
de
Makaridze
con
medio
campo
por
recorrer.
Antes
de
cruzar
la
divisoria,
sin
embargo,
levantó
la
vista
para
soltar
una
vaselina
que
superó
al
portero
y
a
las
expectativas
de
la
lógica
al
acabar
en
las
redes.
El
arte
hecho
gol;
el
tanto
de
la
temporada.
Y
aunque
el
Almería
logró
igualar
tras
la
reanudación,
un
nuevo
lanzamiento
desde
los
once
metros
del
delantero
periquito
selló
el
triunfo
del
Espanyol
(2-1).
Pudo
ser
la
mejor
manera
de
cerrar
una
tarde
poética
en
Barcelona,
con
un
río
de
motocicletas
de
aficionados
blanquiazules
que
acompañaron
al
equipo
del
hotel
donde
estaban
concentrados
al
estadio,
ahora
que
no
se
puede
agrupar
la
gente
ni
acudir
a
los
estadios.
“Dedico
el
gol
a
mi
familia
y
a
todos
los
que
nos
han
recibido
en
moto,
va
por
ellos”,
explicó
después
el
atacante.
Y
se
centró
en
su
firma:
“Normalmente
lo
intento
en
los
partidos,
pero
no
había
tenido
suerte.
Esta
vez
sí
y
puede
que
por
su
dificultad
y
por
la
distancia,
sea
el
mejor
gol
de
mi
carrera.
Aunque
he
metido
otros
bonitos”.
Sin
ir
más
lejos,
hace
poco
abrió
la
lata
ante
el
Logroñés
con
un
lanzamiento
de
falta
que
le
quitó
las
telarañas
a
la
escuadra.
No
es
un
curso
sencillo
para
De
Tomás,
futbolista
con
juego
y
salario
de
Primera
(unos
seis
millones)
y
ahora
Pichichi
de
Segunda
con
10
dianas,
una
más
que
Rubén
Castro
(Cartagena)
y
Djurdjevic
(Sporting).
Cuestionado
al
inicio
por
su
compromiso
con
el
equipo,
quizá
porque
no
pudo
marcharse
ante
los
40
millones
que
pedía
el
área
deportiva
por
él,
el
delantero
se
ha
centrado
en
el
balón.
Tampoco
dijo
nunca,
en
cualquier
caso,
que
quisiera
irse
y
no
parece
que
vaya
a
marcharse
en
invierno.
Aunque
en
el
segundo
peldaño,
goles
como
ese
también
son
el
mejor
de
los
escaparates.