Muere Djibril Tamsir Niane, el patrimonio oral pierde una gran voz

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Sunyata es un héroe nacido del vientre de una mujer búfalo, hijo de un rey que deseaba la gloria. Pasó de ser el hazmerreír de la Corte de su padre a convertirse en el  fundador de un imperio y su primer gobernante, el mansa, en alas de una profecía.

Los niños de toda África Occidental han mamado su historia desde la cuna, conteniendo el aliento cada vez que les describen cómo luchó contra un rey brujo, armado con fetiches y cabezas humanas. Sus herederos, de cultura mandinga o no, asumen con orgullo el Kurukan Fuga, una de las primeras declaraciones de los derechos humanos en el planeta. La historia de Sunyata se ha preservado y enriquecido durante siglos a través de la voz humana y la memoria, gracias a los griots, archivos ambulantes dedicados a glorificar estirpes y preservar la historia de África occidental. Sunyata sigue hoy muy vivo en los hogares de África Occidental y es un recordatorio constante de la diversidad, riqueza y multiplicidad de historias africanas que se nos ha negado al resto del mundo hasta muy recientemente.

Esta historia, mágica y fascinante, llena de encendidos y poéticos discursos, gestas épicas, intrigas y batallas, es la primera epopeya africana. Nos llegó en español a través de un libro publicado por Bellaterra y Casa África en 2011, parte de una colección dirigida por Albert Roca y firmado por Djibril Tamsir Niane, insigne escritor e historiador nacido el 9 de enero de 1932 en Conakry, Guinea. Precisamente en 2008 pasó por Casa África, una institución hecha carne, trajeado y discreto, para hablar de todos estos temas con los medios de comunicación locales y firmar en el libro de honor de la institución.

El lunes nos enteramos de que a Niane, que apenas acababa de cumplir 89 años, se lo llevó el coronavirus por delante. La pandemia nos arrebató, de esta manera, a uno de los grandes especialistas en la historia de los mandé, en particular del Imperio de Mali, y de la literatura oral del oeste del continente africano. Formado en historia medieval en la Universidad de Burdeos (Francia), Niane centró su tesis doctoral precisamente en ese imperio, entrevistando a griots (y más precisamente a Mamadou Kouyaté) para recopilar, estudiar y cotejar los relatos de la tradición oral. A partir de esta investigación, publicó la epopeya mandinga, la historia de Sunyata con la que iniciamos este texto y que apareció originalmente en 1960, con las independencias africanas.

Djibril Tamsir Niane, en Casa África, en 2008.
Djibril Tamsir Niane, en Casa África, en 2008. Ángeles Jurado

No es el único logro de Niane: participó en la redacción del volumen IV de la mítica Historia General de África (siglos XII-XVI) bajo los auspicios de la UNESCO y de la mano del brillante historiador burkinés Joseph Ki-Zerbo.

Djibril Tamsir Niane, en Casa África, en 2008.
Djibril Tamsir Niane, en Casa África, en 2008. Ángeles Jurado

También es autor de obras de teatro como Chaka, Sikasso o Les fiançailles tragiques, de cuentos y de escritos políticos que le valieron la cárcel bajo el régimen de Sékou Touré, que le obligó a exiliarse en Senegal en la década de los setenta del siglo pasado. Durante su estancia en Dakar, se integró en el Instituto Básico del África Negra y colaboró estrechamente con Léopold Sédar Senghor. Niane ejerció, además, como profesor honorario de la Universidad Howard (Washington DC) y de la Universidad de Tokio. También fue miembro del comité científico internacional de la Ruta del Esclavo (proyecto Unesco), presidente de la Sociedad Africana de Edición y Comunicación (Conakry) y de la Organización para la Memoria y el Patrimonio (OMP).

A nivel personal, Niane era el padre de Katoucha Niane, una de las primeras modelos negras internacionales de élite, autora de un libro de memorias celebérrimo y fallecida, ahogada en el Sena, a principios del año en que Albert Roca nos acercó el texto de Sunyata en español.

En abril de 2018 y en la clausura del evento “Conakry, capital mundial del libro”, Niane fue el responsable de inaugurar la primera biblioteca privada del país, dedicada a la investigación, en el barrio de La Minière y con su nombre. Sucedía a otra que se quemó en 2012 y en cuyo incendio vio esfumarse medio siglo de trabajo. En su país y antes del exilio, fue parte activa de la reforma de la enseñanza y alma mater de la integración, en un lugar privilegiado, de la historia africana en los manuales escolares. Dio clases en el Instituto Politécnico de Conakry, entre otros centros, y formó parte del sindicato de profesores, antes de ser represaliado y pasar una temporada preso.

Cuando Niane pasó por Canarias en 2008 concedió algunas entrevistas. En la del diario La Provincia precisaba: “Investigando comprendimos que la tradición oral no es un vago relato sino un relato estructurado por especialistas de la palabra, llamados griots en África Occidental, expertos en la conservación y transmisión de los asuntos del pasado, y vimos entonces que la tradición oral permite remontar en el pasado hasta diez y quince siglos atrás”. Niane será recordado porque, junto a Ki-Zerbo, Cheikh Anta Diop, Amadou Hampâté Bâ o Abbé A. Kagame, devino uno de los gigantes de la historiografía africana, valedor de la reapropiación de la historia del continente por sus herederos, después de que fuera contada por otros, falseada y borrada durante siglos.

El trabajo meticuloso de Niane ayudó a interpretar y dar lustre a las tradiciones orales africanas. Gracias a él, han dejado de ser minimizadas o reducidas a leyenda sin fundamento o cuento y ocupado un lugar central en una historiografía cada vez más respetada y brillante. La historia universal ha perdido, esta semana, uno de sus grandes nombres.

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