España y Portugal proponen a Bruselas limitar a 30 euros el precio del gas para la generación de electricidad, frente a los 120 actuales
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Tras lograr la excepcionalidad ibérica en el último Consejo Europeo, la propuesta de España y Portugal para limitar el precio del gas para las centrales térmicas empieza a tomar cuerpo. Los dos Gobiernos peninsulares han remitido al Ejecutivo comunitario una propuesta para limitar a 30 euros por megavatio hora (MWh) el precio máximo del gas para las centrales de generación eléctrica: los ciclos combinados y las de cogeneración, frente a los 120 euros a los que cotiza hoy.
Los primeros cálculos del sector apuntan a que la medida podría dejar el precio final al que ofertan estas plantas —las que marcan precio muchas horas del día— en el entorno de los 90 o 100 euros por megavatio hora, mientras que el precio medio del mercado bajaría hasta los 120 o 130. Esa cifra contrasta con los más de 220 euros de este viernes y los 284 de media en marzo. Lisboa y Madrid quieren que esté en vigor hasta, como pronto, finales de diciembre. También con la propuesta quedaría por debajo de la propuesta inicial de limitar el mercado mayorista a 180 euros por MWh.
La subida del precio del gas, que es el principal motivo detrás de esta subida sinfín del mercado eléctrico: en un mercado mayorista como el español, estas son las que están arrastrando consigo tanto el coste para el cliente como la retribución que obtienen el resto de tecnologías. La propuesta remitida a Bruselas por los Ejecutivos de Pedro Sánchez y António Costa —según han dejado entrever en la última semana— no llevaría aparejado ni un aumento del déficit de tarifa ni tendría impacto sobre las cuentas públicas: sería absorbido, dicen, por el propio sistema.
Aunque con el esquema propuesto por Lisboa y Madrid los consumidores tendrían que abonar una cantidad más alta por la electricidad generada con otras tecnologías, más allá de las térmicas, el saldo neto sería positivo para ellos, dado que el precio máximo horario caería drásticamente desde los niveles actuales. Hoy la luz cuesta casi cinco veces más que hace un año, cuando se pagaban poco más de 50 euros por MWh.
“Es una referencia importante y, sin duda, haría bajar los precios: comprando el gas a 30 euros, una central competitiva podría ofertar a entorno a 90 euros. Pero aún faltan muchos detalles por saber”, apunta Jorge Morales de Labra, especialista en el sector y director de la comercializadora Proxima Energía.
Los clientes que más han sufrido la subida son los que cuentan con una tarifa regulada (también conocida como PVPC), que están directamente vinculadas con el mercado mayorista, donde se ha producido un auténtico estallido de precios en los últimos meses. No obstante, quienes están en el mercado libre también empiezan a encajar ahora el incremento, a medida que las empresas comercializadoras van incorporando la subida en las renovaciones de contrato.
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El límite de 30 euros ha sido adelantado por el diario portugués Público y confirmado posteriormente por la vicepresidenta tercera del Gobierno español y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. “Es un documento previo que responde a las líneas maestras que habíamos trabajado con antelación, como introducir un sistema de doble casación. Hemos propuesto el precio más barato del gas al que entendemos debería producirse ese ajuste, 30 euros por MWh, pero es uno de los elementos técnicos de la propuesta que tenemos que discutir con la Comisión Europea”, ha dicho durante una visita a la comarca de El Bierzo (León). “Todavía no hemos hecho más que empezar el trabajo con la Comisión, así que yo pediría tranquilidad y paciencia”.
Tanto en Lisboa como en Madrid son conscientes de que la negociación en Bruselas será ardua. Hasta ahora, ambos Ejecutivos han logrado el visto bueno del resto de países para explorar una solución propia a sus elevados precios de la electricidad bajo el argumento de que, más que una península, desde el punto de vista energético son prácticamente una isla: la interconexión de ambas naciones con el resto de Europa es la segunda más baja del continente, solo por detrás de Chipre. Pero ahora queda convencer a los técnicos de la Comisión de que el tope propuesto (los 30 euros por MWh), la fórmula de dos precios (uno para ambos países y otros para los intercambios internacionales) y la duración de la medida se ajustan a los criterios del Ejecutivo comunitario y no distorsionan el mercado único.
Por ahora, Ursula von der Leyen se ha pronunciado a favor de ese “tratamiento especial” a la Península por su “situación específica, con un alto porcentaje de renovables y muy pocas interconexiones”. Pero queda el aval técnico a la solución, que debería llegar —como tarde— antes de que termine abril. En Bruselas se teme, también, que si la medida cuaja y logra rebajar el precio de la luz para los consumidores, otros países quieran establecer medidas similares. Un efecto llamada que dejaría en una posición complicada a Alemania y Holanda, las dos naciones más rigoristas y beligerantes contra cualquier propuesta que implique cambiar el funcionamiento del mercado energético común. Por ahora, la Comisión Europea se ha limitado a afirmar que “evaluará la propuesta ibérica con la mayor diligencia”.
De lograr el visto bueno comunitario, el límite sobre las centrales térmicas tendría impacto mucho más allá del precio de la luz. La energía ha sido el principal factor detrás del brutal incremento del índice general de precios (IPC) en los últimos meses, que ha llevado la inflación hasta su máximo desde 1985: en marzo, el coste de la vida se disparó un 9,8% respecto al mismo mes del año anterior. Un abaratamiento en las facturas del mercado regulado, las que tiene en cuenta el Instituto Nacional de Estadística (INE) para calcular la inflación, se traduciría automáticamente en una relajación del IPC. La brecha entre la tasa de inflación española y la de la media de la eurozona, que ronda los dos puntos porcentuales en las últimas lecturas, se explica en gran medida por el mayor precio de la luz.